jueves, mayo 06, 2010

Hacer el amor y no la guerra en Tel-Aviv.

Para no abundar mucho en la música. Aunque es predominante, aquí también somos (soy) cinéfilos (la).





Mientras Israel está en constante guerra y el mundo no ve más allá de sus propias narices, un grupo de amigos decide hacer el amor y olvidarse de la política por muy difícil que resulte. Tres homosexuales y una chica linda. Tres israelíes y un palestino. Un amor imposible entre dos países en guerra. Una búsqueda por la paz.


Si en el Holocausto según Martin Sherman fue posible que un judío y un gay observados por el látigo nazi tuvieran el mejor romance de sus vidas sin siquiera tocarse, ¿Por qué no ha de ser posible que un ilegal palestino y un israelí tengan el mejor romance de sus vidas tocándose mil veces mientras las fuerzas armadas tratan de impedirlo? Es posible. Lástima que sea efímero.


¿Qué vale más? ¿La integridad de una familia que no te acepta como eres, o vivir escondido rodeado de gente como tú que te acepta y te quiere?


The Bubble nos muestra que es posible que un israelí y un palestino sean amantes el uno del otro, pero imposible que nadie salga herido. Es posible ser gay pero imposible no ser discriminado. Es posible enamorarse, pero imposible no ser traicionado. Es posible hacer el amor pero imposible erradicar la guerra.


Hacer el amor y no la guerra en Tel-Aviv es una utopía más, como la paz misma.


Un buen largometraje de Eytan Fox, recomendado para todo aquél que ha tenido sueños de cosas imposibles o realidades perfectas efímeras.



0 electroshocks:

Soy yo porque...

-Así lo quiso Satán.

-Así habló Zaratustra

-Elfen Lied me dejó marcada.

- Nunca me gustó el chocolate.

-Soy un tronco para tocar la guitarra.

-Uso la técnica milenaria de Lars Ulrich.

-"para un auténtico filósofo, nunca está de más preguntar"

-NO PUEDO SER ALGUIEN MÁS.