jueves, enero 09, 2014

Ansiedad de efecto invernadero: Reconociendo y aceptando el trastorno a mis 23







Se me ocurrió comparar a la ansiedad con el efecto invernadero. Las emociones, así como los gases y la radiación, se quedan atrapados en nuestra atmósfera provocando que en invierno y en la mente de uno pueda llover y congelarse el mundo tanto como en la primavera. Este es un ejercicio propuesto por mi psicólogo como parte de mi tratamiento en contra de la ansiedad, decidí publicarlo como parte de la aceptación.

 

FADE IN


Mi nombre es Jocelyn Navarro y me molesta en demasía el sonidito del Metrobus cuando está por cerrar sus puertas. Muchos creen que soy intolerante, pero no saben lo que es tratar de escuchar algo y que la mente se concentre en oír lo que está alrededor, ni lo que es dudar de que la persona que está en el espejo seas tú. Mucho menos están conscientes de lo que conlleva temer de tu propia sombra, de tu cerebro, de lo que ves y de lo que no ves. No saben que lograr tener la certeza de que la ansiedad es un trastorno común tarda mucho tiempo y paciencia. Yo aún no lo creo.

Tampoco creo en Dios. Dejando de lado la hipocresía que abunda en la Iglesia –porque en ningún lado de la Biblia dice que Dios necesita representantes en el mundo-, desde niña me aburría ir a misa. Hice casi todos los sacramentos –con excepción del matrimonio y la confirmación. ¿Hay más?-, pero afortunadamente mi mamá abrió su mente lo suficiente como para comprender que yo no diga “Gracias a Dios” al final de la comida. “Gracias a ti”, siempre le digo, “tú hiciste posible que hoy comiéramos, no Dios”. 

Nunca he sido buena para entablar conversaciones o para hablar por teléfono. A decir verdad, los mensajes de texto, Facebook y Whatsapp me cayeron de perlas porque nunca he sido elocuente. Me gusta mucho escribir, el problema es que no podría decir que lo que ahora mismo estoy escribiendo, cuando intente decirlo  va a sonar exactamente de la manera en la que lo estás leyendo o esperas que se escuche.

No tengo muchos recuerdos de mi infancia. El primero que tengo es de cuando mi papá se fue y sólo dijo que por unos días, pero recuerdo claramente haber pensado que se iba a cambiar de casa y así pasó. Después me enteré de que ya llevaba tiempo engañando a mi mamá con una señora a la cual él intento fervientemente que yo quisiera, pero no ocurrió. Mi mamá es todo para mí. Ella significa para mí un apoyo incondicional. Pero, aunque me acepta y me quiere, creo que en realidad nunca me ha entendido. 

Nunca ha sido la mamá más cariñosa del mundo, creo que saqué eso de ella. Tengo unos líos infinitos para expresar lo que siento, creo que mis ojos son más expresivos que yo. Sin embargo, casi todas mis relaciones afectivas –amistades, amores-, han terminado o se han visto en peligro por mi completa inhabilidad para demostrar mis sentimientos a tiempo, antes de que sea demasiado tarde.

Tiendo a guardarme aquello que me hace llorar. Decepciones amorosas, frustraciones, tristezas, melancolías y nostalgias siempre son mías; las guardo con recelo por temor a mostrarme vulnerable. Lo cual es hasta paradójico, porque los últimos meses me he sentido más vulnerable e indefensa que nunca.

Logré hacerme de una identificación con el mundo hasta que tenía 16 años. Lo hice a través de la música, el Metal, para ser más específica. En la prepa empecé juntándome con los fresas del salón –de los cuales, una (Alma) sigue siendo mi amiga-, luego conocí a los metaleros y encontré en ese estilo de vida lo que yo buscaba. No es que sea fodonga, pero nunca me he sentido cómoda sobrearreglándome, con mucho maquillaje o zapatos con moños o tacones. A los 18 aprendí a tocar la batería y a los 19 compré una con dinero que había juntado de mis becas. El mismo año -2009-, mi mamá decidió que quería que yo la acompañara a Europa con motivo de su jubilación; por si fuera poco, también fui a ver a Metallica por primera vez y en 2010 salí en el DVD que hicieron de aquellas fechas en el Foro Sol.

La emoción que me provocó haber visto a la banda más famosa de Metal en el mundo, produjo en mí también la sensación de que yo quería saber lo que se sentía estar en un escenario y ser elogiada por el público. Lo logré, a una escala estratosféricamente más pequeña, pero lo logré. 

Alguien después notó que también tenía talento para escribir y gracias a él empecé a escribir en Playboy México y en la Revista Gótica. Al principio, sin paga. La verdad, es que cuando uno comienza a ver su nombre en la página de una revista como la autora de la entrevista al personaje que está en la portada o su foto en la sección de colaboradores, no hay mayor retribución. Así empezó mi carrera. Creo que siempre me he sentido afortunada, de alguna manera.

Después de empezar a trabajar, comencé a estudiar -tres años sabáticos y de aprendizaje más tarde-. Aún no sé si fue la mejor decisión que pude haber tomado. Muchas veces me pregunto si lo hice por mí y no por hacer feliz a mi mamá, quien sufrió más que nadie durante aquellos tres años de incertidumbre. Lo cierto es, que la FES me ha dado más decepciones que alegrías; malos maestros, clases que prometían ser lo máximo y fueron lo peor, teóricos y teorías que hoy en día son obsoletos y un montón más de paja que, más que pulir mi identidad, me ha desfragmentado al grado de ya no saber qué sé, qué no sé, qué puedo o para qué tengo talento. 

BREAKDOWN


Tengo muchos miedos. Uno de ellos es el miedo a la muerte. No la mía, principalmente la de mi mamá y en general la de mis seres queridos. Hoy temo quedarme sola, antes no lo hacía. Supongo que pensaba que jamás me pasaría algo así. Esta es la parte donde la continuidad del texto se pierde y concluyo que no sé por qué ni cómo, pero estoy sola. Mi mamá y mi novio son mi única compañía. 

Los últimos meses mi vida, se han tornado evidentes mis debilidades, mis límites, mis miedos, mis defectos, mis paranoias. Hoy en día vivo pequeños infiernos diariamente. Me llego a sentir inútil y desesperanzada, más sola que nunca. Temo no recuperarme y a veces quisiera sólo perder la cordura para no darme cuenta de que mi cerebro y mi mente me están ganando la batalla. 

El problema de no saber de dónde proviene el desorden puede llegar a volverme loca porque no sé cómo atacarlo. Lo que me consuela y me anima a seguir buscando solución, es que recién entendí que mi infierno diario tiene un nombre y es una enfermedad mental muy común y a la vez muy molesta. Se llama Trastorno de ansiedad.

También tengo vértigo, por eso no uso audífonos y tengo que proteger a mis oídos de todo sonido fuerte y /o agudo, como el del Metrobus. Ya no soporto asistir a conciertos y estar hasta adelante porque la vibración del bombo y del bajo me produce ansiedad y ataques de pánico. Por si fuera poco, el trastorno me impide beber café y alcohol; también fumar.

Sí, sí he considerado pegarme un tiro en esta cabezota que me duele constantemente. Pero no lo voy a hacer. 

Si alguien se tomó la molestia de llegar hasta esta fase del texto, es porque comprende mis palabras o, de alguna manera, le resultó interesante. Gracias. Uno de los propósitos de esta exposición pública es encontrar gente que también sufra de esto o conozca a alguien que lo haga y poder platicar al respecto. Apenas estoy descubriéndolo, recién comencé terapia para superarlo porque definitivamente es algo con lo que uno no puede solo, por ello ofrezco charlar y compartir lo poco que sé.

FADE OUT.


 

1 electroshocks:

Anónimo dijo...

hola Lez, llegue hasta la ultima palabra de lo que has escrito y me llamaron la atención varios puntos que describiste, ¡a mi también me molesta el ruido del metrobus!!, y ese estrés también lo viví cuando tenia como 25 años, con esos miedos y soledad ,y buscaba el origen de mi continuo estado, hasta que me canse y me di a la tarea de abrir mi mente a cambios sencillos, como disfrutar la lluvia y dejar de analizar todo.... me relajé . tu estas en cosas muy buenas, eres talentosa, tienes iniciativa y por supuesto que no estas sola. sigue divirtiéndote en tus proyectos, no te contagies de la enfermedad social en la que estamos decayendo. yo solo doy mi opinión talvez sin ningún efecto pero es verdad que lo escribo con toda sinceridad,, buen dia Lez

Soy yo porque...

-Así lo quiso Satán.

-Así habló Zaratustra

-Elfen Lied me dejó marcada.

- Nunca me gustó el chocolate.

-Soy un tronco para tocar la guitarra.

-Uso la técnica milenaria de Lars Ulrich.

-"para un auténtico filósofo, nunca está de más preguntar"

-NO PUEDO SER ALGUIEN MÁS.